Según cálculos extraoficiales del Gobierno del Distrito Federal, los bloqueos y movimientos de protesta por parte de la CNTE que hemos padecido en la capital de la República en los últimos días integran a un promedio de 14 a 16 mil trabajadores de la educación o integrantes de la CNTE.
El bloqueo al Boulevard Aeropuerto de la semana pasada por ejemplo, fue causado –según la policía capitalina- por cerca de 5 mil maestros. La CNTE ha anunciado que el día de mañana llegan al DF otros 5 mil, que nadie sabe si sustituyen a los que ya están aquí, o se convierten en adicionales. Esto de confirmarse, sumaría una fuerza de alrededor de 20 mil personas agrupadas bajo la CNTE.
Todo movimiento urbano que ejerce presión social bajo los métodos de bloqueo, manifestación, toma de edificios, interrupción del tránsito vehicular, de carreteras y demás obtiene sus fondos de algún lado. Son aquellos movimientos que no surgen espontáneamente, sino que poseen logística, estrategia, manejo de los tiempos, organización, división en cuadrillas y batallones –como es el caso- y por supuesto un flujo continuo de recursos.
La presencia de la CNTE en el DF ha significado cientos de autobuses para trasladar a miles demaestros; ha significado decenas y cientos de casas de campaña –marca Coleman, todas nuevas- en el Zócalo y frente a la sede de la SEP; ha representado teléfonos y radios de intercomunicación que se ve entre los manifestantes a lo largo de sus traslados; ha significado además, miles y miles de “lunches”, “colaciones”, y otros alimentos que se distribuyen en los campamentos y las marchas; además está claro que no todos duermen en los campamentos, algunos –nadie sabe cuántos, ni quiénes- habitan decenas de habitaciones de hoteles sencillos de bajo costo en el centro histórico, en la Plaza de la República, en Tlalpan y Pino Suárez.
¿Quién paga todo esto? ¿De dónde sale el dinero para financiar este multitudinario movimiento que genera muchos gastos por cada día que permanece en el DF?
El gobierno de Oaxaca –el presente y muchos anteriores- ha vivido bajo la amenaza permanente de la CNTE, sometido, extorsionado, presionado bajo el más mínimo signo de cambio educativo, transformación pedagógica y peor aún, modificación laboral. Muchos gobernadores fueron por años, contribuyentes permanentes de la Coordinadora, bajo el chantaje de la paz amenazada o interrumpida, bajo la constante de las clases olvidadas, canceladas, los alumnos abandonados. En el lamentable escenario que vivimos hoy, Gabino Cué y su gobierno han anunciado que de ahí no están saliendo pagos extras o adicionales, bonos prometidos o cuotas adicionales. Se sabe también que la propia Maestra Elba Esther destinaba recursos clandestinos a la CNTE para mantener viva una voz disidente y radical, que la hacía ver a ella como la dialogante moderada que servía al sistema y al SNTE. Hoy resulta inverosímil pensar que en su situación, la maestra pudiera orquestar aún esa operación.
Necesariamente debemos voltear a ver otros jugadores. ¿A quién le interesa desestabilizar a la Ciudad de México? O más aún, ¿a quién le interesa desestabilizar al Gobierno de la República, descarrilar la agenda de reformas, boicotear el espíritu del Pacto? ¿Al PRD de Bejarano y Padierna? ¿A Ebrard en la construcción de su futuro político? ¿A Morena y Batres? ¿Al PAN dividido y confrontado? ¿A algún oscuro jugador del PRI? ¿A otros gobernadores?
Se ve improbable que el PRD de Zambrano y Ortega, el PRD institucional, esté detrás de la CNTE. Se ve improbable también que el PRI le juegue las contras al presidente y a la agenda reformista. Ciertamente Gabino Cué y su gobierno están más que tranquilos de que el conflicto con sus apreciables educadores suceda en un territorio que no sea el suyo, pero ¿financiaría un movimiento abiertamente contra las reformas, el gobierno federal y el Presidente Peña?
Resulta complicado seguir la clásica ruta del dinero, porque buena parte de estos movimientos y dispersiones se hacen en efectivo, pero aun la Unidad de Inteligencia Financiera pudiera aportar algunos datos que señalen movimientos importantes o destacados en alguna zona del país a cientos o miles de cuentas.
Alguien paga a la CNTE y utiliza esos recursos para dañar y entorpecer la agenda de reformas en el Congreso, para minar la débil unidad y el acuerdo en el Pacto. Pero sobre todo, para minimizar la aprobación pública del Jefe de Gobierno y del Presidente de la República.