SEGURIDAD INSEGURA: Niza Puerto




Por Niza Puerto (@nizapuerto LA CASA DEL JABONERO)


En un nuevo escándalo de grandes proporciones se encuentra inmersa la Policía Municipal de Benito Juárez. Ahora fue el coordinador nocturno de la corporación, Gumersindo Martínez Gómez, quien fue ultimado de tres tiros a las afueras de su vivienda.


No es la primera vez que ocurre una ejecución de un alto mando de la policía local, que por una u otra razón siempre está envuelta de escándalos mayores e incluso ha sido señalada como una corporación en la que se encuentra incrustada la delincuencia organizada.

Hasta el cierre de esta columna se ignoraba el móvil del asesinato de Martínez Gómez y por ello no nos atrevemos ni siquiera a sugerir nada por el estilo; sin embargo, de lo que sí estamos convencidos es que urge un duro golpe de mesa dentro de la policía local, un cambio de timón y una profunda purga.

De hecho, es por este tipo de situaciones por las que en Cancún sí podríamos avalar la existencia de una policía única para que agentes federales, mejor pagados y adiestrados, vigilen las calles y brinden protección a la sociedad.

El hecho de que se susciten este tipo de acciones en la dependencia encargada de brindar seguridad y de garantizar la paz social, es lo que genera miedo y arrincona a la población que, así, se siente totalmente desprotegida.

La pregunta es la misma siempre: ¿Si esto le ocurre a los agentes policiacos, qué podemos esperar los civiles, la sociedad común?

Ignoramos, como lo dijimos líneas antes, el motivo real de tal asesinato, pero lo cierto es que en la calle hay gente armada, muy peligrosa, y lista a actuar contra todo aquel que le estorbe, contra aquel que se atreva a tocar el claxon de su vehículo para pedirle que se mueva, contra aquel que le haga un mal gesto en el alto del semáforo.

Por ello es hora de que la federación tome cartas en el asunto y brinde la seguridad requerida en el principal destino turístico del país, el mismo que le genera miles de millones de pesos por ese concepto.
La ejecución de Martínez Gómez activó el “Código Rojo”, con el que todas las corporaciones policíacas, Ejército y Marina, se unieron para dar con los sicarios.

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