Los diputados franceses se aprestan a aprobar este martes el casamiento entre personas del mismo sexo, en medio de movilizaciones callejeras que los adversarios del proyecto, que reclamaban un referéndum, prometen proseguir.
La aprobación se da por descontada, dada la confortable mayoría de los socialistas y sus aliados, impulsores del proyecto, en la Asamblea Nacional (cámara de diputados). De hecho, la oposición de derecha se alineó de manera casi unánime contra este proyecto, contrariamente a lo ocurrido en otros países, donde las bancadas se dividieron.
El voto, previsto hacia las 15H00 GMT, convertirá a Francia en el 14º país en haber legalizado el casamiento homosexual.
La oposición prometió presentar un recurso ante el Consejo Constitucional contra esta ley, que también autoriza la adopción por parte de parejas de personas del mismo sexo. Pero el presidente socialista François Hollande puede promulgarla sin esperar el fallo de ese tribunal, que determina la concordancia de las leyes con la Carta Magna de Francia.
Los partidarios del proyecto preparan festejos públicos, aunque varias asociaciones de gays lamentan que la ley haya excluido la autorización de “procreación médicamente asistida”.
Sus adversarios tratarán por su lado de hacer nuevas demostraciones de fuerza, poniendo en alerta a la policía, que desplegó numerosos efectivos en barrios de París frecuentados por la comunidad gay.
Y prometen mantener la movilización, con una nueva manifestación convocada para el 26 de mayo.
Algunas protestas de los adversarios de la ley del “casamiento para todos” dieron pie en los últimos meses a desbordes de grupos radicales y a enfrentamientos, al tiempo que se señalaba un incremento de agresiones homófobas.
La bodas gay fueron una promesa de campaña de Hollande, que llegó al poder en 2012. Pero el dirigente socialista difícilmente podía anticipar que ese proyecto, que según los sondeos contaba con el respaldo de una mayoría de los franceses, iba a generar.
La UMP, el principal partido de la oposición de derecha, se movilizó ampliamente, con la esperanza, según analistas, de debilitar aún más a Hollande, en pérdida de popularidad acelerada por la crisis económica y los escándalos.
La Iglesia católica también se implicó fuertemente en la movilización, que sorprendió al mundo por su amplitud en un país de tradición ostentosamente laica.
Encuestas recientes muestran que la opinión se halla actualmente dividida, tanto sobre la cuestión de las bodas gay como de la adopción.
Algunos dirigentes de la UMP prometieron abrogar la ley, en caso de regresar al poder.
Los socialistas acusan por su lado a la UMP de hacer el juego del ultraderechista Frente Nacional (FN). (AFP)